viernes, 29 de noviembre de 2013

Asesinato sin resolver en Salamanca

 
En febrero de 1663 un joven noble, estudiante universitario, fue asesinado en la calle Placentinos. Después del proceso de investigación y de encarcelar durante un tiempo a los sospechosos no se encontraron culpables.


Calle Placentinos

Mujer con espada y broquel. S.XIV

Según el proceso que se conserva en el Archivo de la Universidad, procedente de la Audiencia escolástica; José de Soroa, de 21 años, de familia noble y natural de Usúrbil (Guipúzcoa), en la tarde del 24 de febrero de 1663 acudió a casa de Ignacio de Egaña, estudiante de 18 años y natural de Azpeitia para hablar acerca de la forma de “darse de palos” con el estudiante Juan Antonio de Varandica, también natural de Vizcaya; y, sin duda, para ir más entonado mandó traer ocho cuartillos de vino, y luego otros ocho, que consumió con Egaña y otro compañero. Se fue al rato y al anochecer volvió luciendo un capote de albornoz y una montera, y armado de espada y broquel le entregó a Egaña otro juego de armas y ambos partieron de la casa de éste último en la calle Placentinos.
 
Poco después, en la puerta de la iglesia San Bartolomé (antigua iglesia situada en el espacio que ahora ocupa el Palacio de Congresos), Soroa exhalaba el último suspiro atravesado el pecho de una estocada. Según varios testigos, Soroa moribundo había sido llevado a la puerta de la iglesia de San Bartolomé, donde el cura le exhortaba a que dijera ¡¡Jesús!!, si no podía con la boca, al menos con el corazón. 

Egaña declaró, que vio en la calle Placentinos a cuatro o cinco hombres con capotes de albornoz, blancos o plateados; hombres que, según dijo dejaron caer sus capotes para atacarlos armados de espadas y broqueles.
Durante el proceso, Egaña declaró al Juez del Estudio que los autores de la muerte habían sido unos estudiantes andaluces que vivían en la misma calle de Placentinos, en la casa llamada del Balcón (hoy, en el lugar de la casa original que tenía un gran balcón en su parte alta, calle Placentinos, 12, se conserva la inscripción de que en tiempos anteriores perteneció a la Capilla Dorada de la Iglesia Catedral), y el Juez los encarceló a todos.



Actual casa donde anteriormente se encontraba la "casa del Balcón" que aún conserva la inscripción de que en tiempos anteriores perteneció a la Capilla Dorada de la Iglesia Catedral.

Los estudiantes andaluces eran: Alonso Vazquez de Morales, de 18 años, natural de Fuenteovejuna (Córdoba); Bartolomé Lopez de Mesa, de 22 años y natural de Almonte (Sevilla); Luis de Sola y Sande, de 18 años y natural de Sevilla y Juan Daza de Feria, de 17 años y natural de Sevilla.
Más adelante puso en libertad a los andaluces por no resultar cargo ninguno en concreto contra ellos y porque el primo del fallecido, Domingo de Gastañaga, acusó a Egaña de la muerte de Soroa, pero como no pudo probarlo, el Juez tuvo que poner en libertad también a Egaña, pero imponiéndole la pena de destierro en el caso de que en adelante “no es quieto y pacífico, no anda en ruidos ni pendencias ni acomete semejante delito”, como del que se le había acusado.

El broquel era un arma defensiva de uso civil utilizado desde el siglo XIV al XVII






jueves, 28 de noviembre de 2013

La leyenda del toro del escudo de Salamanca



En el año 1763, el salmantino Bernardo Dorado, Maestro en Artes y Teología por l400px-Escudo_de_Salamanca.svga Universidad de Salamanca publicó un tratado sobre los orígenes e historia de Salamanca. Dicho tratado fue posteriormente, en 1861, corregido y actualizado por varios escritores salmantinos. Entre muchas curiosidades que podemos encontrarnos en su interior, hoy traigo la leyenda que cuenta porque el escudo de la ciudad de Salamanca cuenta con un toro sobre el puente romano. Paso a transcribir las palabras de Bernardo Dorado tal cual.



“La tradición, no siempre veraz en estos puntos, pero si en muchos atendible, viene a darnos alguna explicación sobre el particular. Cuando los moros invadieron la península en el año 711 de nuestra era, los habitantes de Salamanca huyeron todos a las montañas de León, y la ciudad quedó completamente despoblada hasta el reinado de D. Alfonso III, que en el año 881, batió a los moros en estas inmediaciones. Con tal motivo empezaron a venir algunos cristianos de la parte de la Sierra de Francia, según se colige de un documento antiguo que se conserva en el pueblo de la Alberca, y se establecieron en el arrabal del puente, hasta la segunda invasión que sufrió Castilla por los ejércitos de Albutacen y Almandario. En el intermedio de esta segunda investida, los moros, aunque en escaso número, conservaron su fortaleza en la parte alta de la ciudad, donde fue luego convento de la Merced calzada, cuyas vistas dominan el puente, razón bastante para que tanto los moros como los cristianos no se atreviesen a pasar el río. Aquí entra la tradición. Cuéntase que un toro de la pertenencia de los cristianos se aficionó a pasar el puente y venirse a comer a las praderas de la Vega, donde ahora están las huertas, y por la noche se volvía a su redil en el arrabal. Observado esto por los cristianos, y viendo que al toro no le hacían daño, se determinaron a pasar el río, y entablando algunas relaciones con los moros, empezaron a fijarse en el sitio que conserva el nombre de calle de Serranos, porque procedían de la Sierra sus primeros habitadores. Este incidente fue, según la tradición, el que dio motivo para fijar en las armas de la ciudad el toro y el puente; el juicio de nuestros lectores le dará valor que merezca, teniendo presente que a falta de datos escritos hay que acudir a conjeturas y tradiciones”
1902
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